Artículo de opinión
25 de junio de 2019
La economía y la política
Por: Amylkar Acosta Medina
Docente – investigadorEconomista de la Universidad de Antioquia y Presidente de la Federación Nacional de Departamentos. Se ha desempeñado como ministro de Minas y Energía (2013-2014), senador de la República, concejal de Medellín, miembro de la Junta Directiva de Ecopetrol y de la Federación Nacional de Biocombustibles, de la cual fue fundador en el 2004. En su amplia experiencia profesional ha sido conferencista, escritor, docente y consultor en materias que tocan el espectro de sus especialidades.
En días recientes el Gerente general del Banco de la República Juan José Echavarría dijo que en Colombia rondaba “la gran preocupación de por qué los consumidores”[1] y no sólo los consumidores, añadiría yo, “siguen intranquilos porque la inversión no despega y en parte la respuesta puede estar en esta polarización política”[2]. Dicha manifestación de parte del Gerente del Emisor no fue de buen recibo entre algunos funcionarios del alto gobierno. Pero, lo que rebosó la copa fue que el Gerente se atrevió a afirmar que “el estancamiento de la economía, la polarización política y el aumento del desempleo en prácticamente en todas las regiones del país y en la mayoría de los sectores productivos”[3].
Es más, añadió Echavarría, “la polarización política no es buena para el crecimiento. Los consumidores y los inversionistas se asustan…Es muy difícil explicar lo qué pasa con la economía si uno no menciona esa polarización…Uno ve que las cosas se frenan y se preocupa…y sospecho que el factor de la polarización afecta la tasa de cambio, el crecimiento y la inversión”[4]. Y, para rematar, controvirtió al Director del DANE Juan Daniel Oviedo, asegurando que el crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año no había sido del 2.8%, como él lo reportó sino de sólo el 2.3%. Y ahí fue Troya!
Mientras el Director del DANE salió tímidamente a decir que la economía no estaba estancada sino que había “nubarrones importantes” en la economía, el Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla pasó del eufemismo al sarcasmo. Dijo estar convencido que eso de la tal polarización no existía, o al menos “no una que tenga efecto en las decisiones de las empresas y los hogares. No hay una evidencia empírica. Se la pedí al Gerente del B de la R y no me la ha dado, por lo que creo que es pura paja”[5].
No obstante es el propio Presidente del gremio de los empresarios (ANDI) Bruce Mac Master quien plantea que estamos ante un falso dilema, al “pensar que crecimiento y polarización son excluyentes.Por supuesto, hemos vivido una polarización feroz que afecta el ambiente…Todos sabemos que sí hay polarización y que eso ha afectado el ánimo de muchos”[6]. Y fue más lejos, al hacer “un llamado también a la clase política, para que entienda que la polarización genera, sin duda alguna, efectos sobre el resto de la sociedad”[7] y la economía no es la excepción. Y añadió que la polarización tiene “efecto sobre el ánimo de los inversionistas y que entiendan que esas consecuencias, son consecuencias que termina pagando todo el país”[8]. Por su parte el Presidente del Grupo Sura, conocido como el Sindicato antioqueño, David Bojanini, reconoció sin ambages que la polarización “afecta todo, le pega a la economía, totalmente”[9].
Pero, como el Ministro Carrasquilla le cree más a los gurú de la economía que a los jurisconsultos, por aquilatados que estos sean, traemos en auxilio de nuestra argumentación lo que concluyeron dos brillantes economistas de Corficolombiana, José Ignacio López y Julio César Romero, quienes apelando a la econometría, que a él le encanta, pudieron establecer que una reducción de la polarización disminuiría el costo de la deuda del gobierno más que un aumento en la calificación de su deuda soberana[10], hoy en grave predicamento.
Y no es para menos, pues es consabido que la economía no se puede divorciar de la política, siempre van de la mano, son siameses, inseparables. Pretender separar la política de la economía sería tanto como intentar aplaudir con una sola mano. Ya en tiempos remotos, en el siglo XVII, un gran economista francés, Jean Baptiste Colbert, Ministro de Luis XIV, había acuñado esta frase lapidaria: “dadme una buena política y yo os daré buenos negocios”. Más tarde sería el Ministro de Hacienda de la Restauración de la Monarquía borbónica en Francia Barón Louis, quien parodiando a Colbert, sentenció: “dadme una buena política y yo os daré buenas finanzas”. Y así arribamos a la versión criolla de este aserto con el gran hacendista Esteban Jaramillo, quien fue curiosamente Ministro de Hacienda tanto de Miguel Abadía Méndez, el último Presidente de la República de la hegemonía conservadora y del centenarista Enrique Olaya Herrera, quien con su arrollador triunfo le puso fin a la misma. Esto dijo Esteban Jaramillo: “dadme una buena política y os daré una buena economía”.
Por lo demás, equivocados están quienes intentaron silenciar al Gerente del Emisor con el socorrido argumento de que el Banco de la República no se debe inmiscuir en los asuntos de la política económica, que consideran privativa del Ministerio de Hacienda. Dicho de otra manera y de modo coloquial le quisieron decir zapatero a tus zapatos. A juicio de ellos la competencia del Emisor es el manejo de la política monetaria y cambiaria y su función objetivo la defensa del poder adquisitivo de la moneda y a ello se debería limitar. Pero, no hay tal, a propósito del desabarajuste de la economía provocado por una decisión de la Junta del Banco, que precipitó la crisis hipotecaría en 1999, la Corte Constitucional profirió un fallo histórico[11]. En él se dejó claramente establecido que aunque esa es su prioridad, mantener a raya la inflación, dicha misión la debe ejercer el Banco sin perjuicio de que “también debe considerar el desempleo, el crecimiento económico, el desarrollo y hasta el medio ambiente”. De manera que el Gerente del Banco de la República no incurrió con sus declaraciones en extralimitación de sus funciones y competencias.
No se puede tapar el sol con las manos, la polarización y la crispación política existen y sus deletéreos efectos sobre la econmía también; como dice el ex ministro de Hacienda Rudolf Hommes, “el ambiente político sí incide en la economía”[12], coincidiendo con el también ex ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri, para quien “la situación política le pega a la economía”[13]. Mal haríamos, entonces, en hacer como el avestruz, enterrando la cabeza en la arena. De modo, que bien haría el Ministro de Hacienda y el gobierno todo en pasar del negacionismo de la existencia de la polarización y su devastador efecto sobre la economía a construir puentes, pactos como los ha denominado acertadamente el Presidente Iván Duque, como lo afirmó al momento de su posesión, “que estén por encima de las diferencias”[14] en procura del que denominó apropiadamente Alvaro Gómez Hurtado un “Acuerdo sobre lo fundamental” por parte de las fuerzas políticas democráticas. Y, para que ello sea posible hay que sosegarse, desarmar los espíritus, haciendo a un lado el dogmatismo y la intolerancia, que son las dos caras de la misma moneda de baja ley, así como la intemperancia, que sólo contribuyen a atizar la polarización y sus nefastos efectos sobre la economía y la sociedad.
Riohacha, junio 19 de 2019
www.amylkaracosta.net
[1] Dinero. Junio, 6 de 2019
[2] Idem
[3] El Tiempo. Junio, 5 de 2019
[4] Portafolio. Junio, 6 de 2019
[5] Semana. Junio, 9 de 2019
[6] Idem
[7] Idem
[8] Idem
[9] Dinero. Mayo, 3 de 2019
[10] Citados por Daniel Castellanos. La polarización y la economía. Junio, 8 de 2019
[11] Sentencia C – 481 de 1999
[12] Semana. Junio, 12 de 2019
[13] Portafolio. Junio, 19 de 2019
[14] www.presidencia.gov.co. Agosto, 7 de 2018